viernes, 10 de agosto de 2007

El gurú Carville en las presidenciales 2007: ¿realmente viene por Scioli, o es la candidata, estúpido?

Por Diego Dillenberger, director periodístico de revista Imagen


El diario Clarín sorprendió ayer con la noticia de que Daniel Scioli, vicepresidente y candidato favorito a gobernador de la provincia de Buenos Aires, contrataría al gurú norteamericano James Carville como asesor y estratego electoral. La nota describe con mucha precisión y lujo de detalles la historia de Carville y su rival Dick Morris. Ambos asesoraban a Clinton, y luego en las presidenciales argentinas del 99, Morris trabajó para De la Rúa, y Carville, traído por recomendación del embajador norteamericano James Cheek y el asesor Jorge Telerman (el mismo que hoy es alcalde porteño), la intentó con Duhalde. Luego el líder bonaerense lo cambió por el brasileño Duda Mendonca, aunque tampoco tuvo mejor suerte.

Carville se hizo famoso por haber escrito un cartelito en le bunker de campaña de Clinton que rezaba: “It’s the economy, stupid”. Apelaba a los ghost writer de Clinton. Luego el mito hizo que muchos creyeran que fue una frase de Clinton.

El artículo insinúa que los honorarios, de 30 mil dólares mensuales más comisiones y gastos, los pagaría el empresario Eduardo Eurnekián quien, según Clarín, aspiraría a que Carville asesore al motonauta eventualmente para una candidatura presidencial en 2011.

De hecho, las relaciones entre el grupo empresario del dueño de Aeropuertos Argentina 2000 es muy cercano al vicepresidente. El ex embajador Cheek trabajó como lobbyista de Eurnekián. Uno de sus hombres, el ex cavallista Guillermo Francos (ex dircom de AA2000) suena incluso fuerte para dirigir el Banco Provincia, por ejemplo.

Dicho esto, inmediatamente viene la pregunta: Y Scioli, que ya tiene casi 50% de intención de voto, y la oposición que ni siquiera cuenta con candidatos que midan más de 15%, ¿para qué necesita a un James Carville?

Se dice que Scioli, que contrató a AR, la consultora de prensa y PR de Alejandra Rafuls, tiene los medios tan de su lado que ni siquiera precisa pegar un afiche para salir airoso con el sistema electoral bonaerense, que no tiene segunda vuelta. Probablemente triplique en votos al segundo. Ganaría 6 a 0, pero un partido de fútbol, no de tenis.

La especulación en círculos de consultores políticos apunta, en cambio, a que el anuncio de que el vice contrata a Carville no es más que una genial triangulación para enmascarar ante la opinión pública que el genial cajune (así se llaman los oriundos del estado de Luisiana de origen francés) viene para otros menesteres.

Resulta que la candidata Cristina Fernández de Kirchner sí tiene enfrente un desafío electoral cuesta arriba, por más que hoy las encuestas oficiales se empecinen en mostrar que gana cómoda en primera vuelta. No está claro cuál va a ser el cambio que prometió el primer y malogrado slogan electoral de “El cambio recién empieza”, no está claro cómo va a superar la pesada herencia en materia económica y energética que le deja su marido, ni cómo va a lograr encarrilar las señales de corrupción que salpican al gobierno de su esposo y mucho menos cómo sería un gobierno de “Cristina al gobierno y Néstor al poder” ni su variante feminista de “Cristina al poder y Néstor a la cocina”.

Tampoco queda claro que Cristina logre superar tan holgadamente el 40 % necesario para evitar una segunda vuelta, por más atomizada que esté la oposición, y cómo funcionará su “imagen de poder”, si finalmente gana en primera vuelta, pero raspando y con 40 o 45 % de los votos.

Si bien fuentes cercanas al empresario Eurnekián no niegan ni confirman la contratación, gente muy cercana a la campaña del sciolismo rechaza tajantemente que Scioli se esté asesorando con Carville.

De hecho, en el mundillo de los asesores políticos comenzó a circular la versión de que habría otra contratación rutilante en las sombras en puerta: Ramiro Agulla, el genial publicitario que ayudó a ganar a De la Rúa y luego a Aníbal Ibarra en Buenos Aires, podría trabajar secretamente para la primera dama. Las fuentes afirman que lo haría desde unas oficinas montadas en Montevideo, Uruguay, para alejar toda sospecha de que Agulla “nos va a vender otro jabón en polvo”, como lo hiciera tan fatalmente en el 99 con De la Rúa y luego con Ibarra en el 2000.

No sería la primera vez que en un país latinoamericano un candidato acude a un gurú ocultándolo de la opinión pública. Especialmente los candidatos de la derecha son blancos perfectos de la izquierda nacionalista cuando salen al exterior a buscar asesoramiento. En el caso de Felipe Calderón, ahora presidente de México por un pelito, un colega de Carville, también norteaemericano, lo asesoró a escondidas para que le ganara al izquierdista Andrés Manuel López Obrador. La clave era que el candidato del centroderechista Partido Acción Nacional no debía darle ese flanco “débil” al nacionalista AMLO.

En la campaña por las elecciones a alcalde de Buenos Aires, el propio presidente Néstor Kirchner no dudó en mofarse maliciosamente del ecuatoriano Jaime Durán Barba, que asesoró con tanto éxito a Mauricio Macri.

Si bien los medios argentinos no suelen acudir habitualmente a sus archivos, ¿cómo quedaría la imagen de Cristina si recordaran que su marido se burló de Macri por haber contratado a un ecuatoriano? Eso lo dijo en TV hace solo unas semanas, no años.

Un buen líder nacionalista que se precie no acude a asesores extranjeros, y mucho menos si provienen del mismísimo centro del imperio neoliberal. Y menos aún, si la candidata es una auténtica filósofa hegeliana. Un “cuadrazo” semejante tampoco podría acudir a publicitarios tan identificados con la frivolidad de los 90 o de los “sushis” fashion que rodeaban a Antonito de la Rúa, el jefe de campaña de su vituperado papá.

Pero claro, estas son solo especulaciones. Si más tarde se confirmaran, recuerde que usted lo leyó primero aquí.




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